Un fallo reciente de un tribunal federal que anula los mapas manipulados del Congreso de Texas podría cambiar significativamente el equilibrio de poder en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, lo que podría otorgar a los demócratas hasta cinco escaños adicionales en las elecciones de mitad de período de 2026.
El sorprendente resultado se debe a un paso en falso del Departamento de Justicia de la administración Trump, que sin darse cuenta presionó a los legisladores de Texas para que promulgaran un plan de redistribución de distritos con prejuicios raciales que ahora enfrenta escrutinio legal. El caso, Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) v. Abbott, gira en torno al hecho de que se alentó a Texas a volver a trazar las líneas distritales basándose en la demografía racial, una medida que ahora viola las normas constitucionales establecidas.
El autosabotaje involuntario
Al principio, los republicanos de Texas dudaban en participar en una manipulación partidista. Sin embargo, una carta de julio del Departamento de Justicia exigió que el estado volviera a dibujar ciertos distritos para alterar su composición racial. El juez Jeffrey Brown, designado por Trump, señaló que esta demanda se basaba en una interpretación errónea de un fallo de un tribunal federal de apelaciones y estaba plagada de “errores fácticos, legales y tipográficos”. Incluso la propia oficina del Fiscal General de Texas consideró que la carta del Departamento de Justicia era “legalmente errónea” y “errónea”.
La cuestión central es que la Corte Suprema ha sostenido sistemáticamente que priorizar la raza en las decisiones de redistribución de distritos hace que los mapas resultantes sean vulnerables a impugnaciones constitucionales. Al ordenar a Texas que volviera a trazar los distritos teniendo en cuenta la raza como factor principal, el Departamento de Justicia creó efectivamente una vulnerabilidad legal.
La respuesta de Texas y las consecuencias legales
El gobernador Abbott añadió rápidamente el tema a la agenda de una sesión legislativa especial, cumpliendo con la demanda del Departamento de Justicia de realizar una manipulación por motivos raciales. Como señaló el juez Brown, el intento inicial de la administración Trump de impulsar la manipulación partidista fracasó, pero su llamado a la redistribución de distritos raciales logró “resultados rápidos”.
La decisión del tribunal no se trata únicamente de la Ley de Derecho al Voto; se basa en el principio constitucional de que la raza no debe ser el factor dominante al trazar mapas legislativos. Incluso si la Corte Suprema debilita la Ley de Derecho al Voto, el fallo en LULAC aún podría mantenerse.
El error que resultó contraproducente
La ironía es cruda: si Texas hubiera promulgado los mismos mapas sin hacer referencia explícita a la raza, probablemente habrían sido legales. La administración Trump, al enmarcar la redistribución de distritos en términos raciales, entregó a sus oponentes un potente argumento legal.
El caso pasará ahora a la Corte Suprema. Si bien el resultado sigue siendo incierto, incluso un tribunal conservador puede confirmar la decisión del tribunal inferior dado el claro precedente legal contra la manipulación racial.
La mala interpretación por parte del Departamento de Justicia de la ley de derecho al voto, combinada con el entusiasta cumplimiento de los funcionarios de Texas, puede remodelar inadvertidamente el panorama político, costando potencialmente a los republicanos escaños cruciales en la Cámara.




















































